El Cambio Climático. Parte 3. Adaptación y restauración.

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Tercera parte. Si yo fuera un río…

Objetivo: tocar la conciencia y el corazón de las personas para que entiendan que si la humanidad quiere frenar los efectos del cambio climático, primero tiene que cambiar sus hábitos, conductas y formas de interpretar y relacionarse con el ambiente y la sociedad.

Antes de caer en la tentación de seleccionar y adoptar medidas para la mitigación, adaptación y restauración de los efectos del cambio climático, es imperativo elevar nuestra empatía por encima de la mera consideración a las personas para incluir a los demás seres vivos, el agua, el aire, la tierra y el ambiente en general.

Las personas jamás lograrán resolver ninguna crisis por mientras solo piensen en sí mismas, y los poemas son un medio excelente para llamar la atención de las personas y tocar directamente su conciencia y su corazón.

Probablemente, el tema del cambio climático ha suscitado la mayor cantidad de publicaciones en el presente siglo, y ya todo el mundo debería estar enterado y convencido de sus causas y efectos, por lo que nuestra propuesta para luchar contra él es realizando un cambio empático individual y colectivo.

Se trata simplemente de hacer algunas pequeñas modificaciones en nuestros hábitos y costumbres, para obtener grandes resultados en nuestro entorno.

Frugalidad. Es el arte de viajar ligero por la vida, apenas con lo necesario, sin prisa y feliz. Los problemas de los seres humanos comenzaron cuando comenzó a adquirir tantos bienes que tuvo que dedicarse de lleno a cuidarlos y mantenerlos.

No se trata de vivir con privaciones ni limitaciones, se trata simplemente de aprender a diferenciar las necesidades de los caprichos, y cuando esto se logra, se vive más tranquilo, los recursos alcanzan para más personas y se reduce la cantidad de desechos que está asfixiando a nuestra biosfera.

Abrazar el presente. Todos los seres humanos somos víctimas de dos enfermedades terribles y muy pocos somos conscientes: la depresión que nos produce el recuerdo de todos los malos momentos del pasado, y la ansiedad que nos produce el miedo —a veces pánico— a las cosas malas que creemos que nos van a suceder el día de mañana.

La depresión y la ansiedad están destruyendo lentamente a las personas, a sus familias, sociedades y países enteros, pero ambas están solo en nuestra mente. No nos permiten ver la realidad objetivamente y distorsionan negativamente nuestra forma de apreciar el presente.

Abrazar el presente significa justamente eso: enfocarnos en las cosas que están sucediendo en este momento y actuar y pensar positivamente para modificar en la misma medida nuestro futuro.

Abrazar el presente es abrazar y agradecer a nuestros seres amados hoy y no dejarlo para mañana; significa hacerse presente en este momento, en el “Divino Hoy”, y sentir todo lo que nos agrada y hace felices: la salud, la música, la comida, la compañía, ¡el milagro de LA VIDA!

Vinculación. Ponernos los zapatos de otras personas es una antigua pero muy efectiva práctica de empatía para comprender a nuestros semejantes. ¿Qué tal si elevamos nuestra empatía a un nivel más alto, pero esta vez poniéndonos “en los zapatos” de los demás componentes de la Creación: la tierra, los ríos, el aire, las montañas, los árboles, las aves, las ardillas, las vacas?

¿Cómo la humanidad pretende proteger un ambiente que no conoce ni comprende? ¿Cómo vamos a salvar los bosques tropicales y los océanos si a lo sumo podemos mencionar una docena de especies que en ellos habitan?

Necesitamos establecer relaciones con el ambiente natural que nos rodea y del cual formamos parte integral para convertirnos en la solución integral de los problemas que nos afectan.

La historia nos demuestra que aquellos que han hecho las mayores contribuciones al ambiente y a la naturaleza, son personas con niveles de empatía tan elevados que han evitado verdaderos colapsos ambientales.

Donar energía. Solo algunos pocos animales son capaces de generar tanta cantidad de energía por tanto tiempo sin tomar descanso como el ser humano.

¿Qué tal si cada uno de nosotros dona una hora de su energía vital por día, o al menos, por semana, para mejorar su entorno?

Todos podemos participar en la creación o restauración de obras de bien social en nuestros barrios, pueblos y ciudades, como parques, jardines, bibliotecas, senderos, aulas, áreas para niños o para adultos mayores, obras para personas con discapacidad, y por sobre todas las cosas, la plantación de árboles que es la única labor que una sola persona puede realizar individualmente, con el costo más bajo pero con los beneficios más altos.

Está plenamente demostrado que la existencia de ambientes y de espacios que producen bienestar y alegría, mejoran la salud física y mental, y el aprecio de las personas por su entorno, reduciendo el desperdicio, la contaminación y la agresión.

Dar segundas oportunidades. El furor humano de adquirir, de poseer y de acumular, nos convirtió en seres expertos en despreciar y desechar bienes usados o en mal estado, así como ideas, iniciativas, proyectos, espacios, empleos, compromisos, ecosistemas completos, seres vivos y hasta personas.

Lentamente dejamos de ser Homo sapiens para convertirnos en Homo desechabilis y convertir nuestro mundo en un ambiente plagado de basureros a cielo abierto.

Al dar una segunda oportunidad a todo aquello que creemos que ya no sirve, que ya está viejo o que no es viable, mejoramos la calidad de vida de las personas y reducimos significativamente la presión sobre los recursos naturales y sobre el ambiente en general, con lo cual nosotros mismos nos estamos dando una segunda oportunidad para sobrevivir como especie.

Hay miles de casos de personas que han logrado cambios empáticos de enorme impacto.

En 1936, el ilustre educador costarricense Miguel Ángel Castro Carazo creó la universidad que lleva su nombre, la cual ha mejorado la calidad de vida de miles y miles de personas a lo largo de casi un siglo.

No satisfecho con eso, su pensamiento y valores quedaron inmortalizados en un inspirador libro en donde podemos encontrar respuestas, esperanzas y alivio a muchas de las grandes tribulaciones socio ambientales que estamos enfrentando actualmente.

Manuel Víquez Carazo. Director de Biodiversidad, La Marta Refugio de Vida Silvestre.

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